LA IMPORTANCIA DE AFECTIVIDAD EN EL ÁMBITO DE LA EDUCACIÓN


Tradicionalmente la educación está en manos de la familia y la comunidad, en una sociedad gremial, que varía poco de generación en generación. La transmisión familiar y gremial dota de las habilidades necesarias.

Educar, desde la escuela infantil a la secundaria, los componentes y procesos psicológicos necesarios para desarrollar unas relaciones sociales e interpersonales competentes y respetuosas con los demás es un objetivo hoy preferente en el intento de prevenir los problemas de violencia que aquejan a los centros escolares y a la sociedad, en general.
La educación tradicional se ha interesado y centrado en enseñar conocimientos enfatizando lo cognitivo con olvido de la dimensión socioafectiva y emocional. Actualmente la educación entiende que además de promover el desarrollo cognitivo debe completarse promoviendo el desarrollo social y emocional. Así pues, la educación debe orientarse al pleno desarrollo de la personalidad del alumno: cognitivo, afectivo, social y moral. Ello es, además, garantía de prevención de problemas de violencia y psicopatologías que aquejan a la sociedad.

Las emociones y sentimientos están presentes en toda nuestra vida. Estamos tristes o nos sentimos felices en función de las relaciones interpersonales constituyen un ámbito en el cual emociones y sentimientos median amistades y relaciones de compañerismo. Nos relacionamos más con las personas con las que nos sentimos más a gusto. A partir de la década de los ochenta, especialmente en el ámbito anglosajón, se ha retomado el tema y se han multiplicado las investigaciones, los estudios y las experimentaciones desde la empresa, la terapia y la educación. Pasemos ahora a un breve recorrido histórico.
Según esta perspectiva, toda persona tiene unas necesidades básicas (sentirse efectivo, ser reconocido, controlar las situaciones), que intenta satisfacer. De hecho, gran parte del comportamiento que una persona manifiesta está motivado por la búsqueda de reconocimiento, control y efectividad en lo que hace.

Los fundamentos de la educación socioafectiva emocional hay que buscarlos en las grandes aportaciones de la psicología y pedagogía. Entre ellos están los movimientos de renovación pedagógica con sus diversas ramificaciones: escuela nueva, escuela activa, educación progresiva, etc., que se proponían una educación integral que prepara para la vida, en la que la afectividad tiene un papel relevante.

La finalidad de la educación es el pleno desarrollo de la personalidad integral del alumno. En este desarrollo está como mínimo el desarrollo cognitivo, instrucción y desarrollo socioafectivo-emocional. La educación se ha centrado tradicionalmente en el primero en detrimento del segundo que ha quedado olvidado prácticamente. Sin embargo, en la última década se ha ido incorporando en el proceso educativo. La educación es un proceso caracterizado por la relación interpersonal. Toda relación interpersonal está impregnada por fenómenos socioafectivo-emocionales. En el proceso de aprendizaje individual y autónomo también está presente la dimensión social. Todo esto exige que se le preste una atención especial por las múltiples influencias que ejerce en el aprendizaje de los alumnos. Se observan unos índices elevados de fracaso escolar, dificultades de aprendizaje, estrés ante los exámenes, abandonos en los estudios, aburrimiento, indisciplina escolar y otros fenómenos relacionados con el fracaso escolar. Estos hechos provocan estados negativos, como la apatía, depresión, y algunas veces intentos de suicidio. Todo esto ello está relacionado con déficits en la madurez y el equilibrio socioemocional.

Desde la segunda mitad de la década de los noventa ha tenido una amplia difusión la teoría de las inteligencias múltiples (Gadner,1995). Entre ellas están las inteligencias interpersonal e intrapersonal. Esta teoría supone un reto para el futuro de la educación, en el cual deben tener en cuenta aspectos educativos hasta ahora olvidados. Como señala Gardner concentrarse solo en las capacidades lingüísticas y matemáticas durante la escolaridad formal puede suponer una estafa para los individuos que tienen otras inteligencias. Por lo tanto, el no tomar en consideración la inteligencia emocional en el sistema educativo puede suponer una atrofia de considerables consecuencias para el desarrollo personal y social. Puede llegar así la sociedad a un analfabetismo emocional, el cual se puede manifestar de diversas formas: conflictos, violencia, enfrentamientos, suicidios, ansiedad, estrés, depresión, etc.


Si hubiese programas de fortalecimiento social y afectiva en el aula de las instituciones educativas habría competencia social, lo cual trabaja el pensamiento reflexivo de solución de problemas interpersonales, el conocimiento de emociones es clave aquí para las relaciones sociales, la participación social que es trabajar por un clima de la clase que sea de aceptación, comunicación fácil y espontánea, en el que existan vínculos de afecto entre los alumnos, todo lo cual contribuye a que el grupo se sienta más fuerte y más motivado; y por ultimo promover ayuda y cooperación en grupos de trabajo cooperativo, el cual es considerado una estrategia de intervención adecuada para prevenir problemas interpersonales de agresividad, exclusión social, racismo o aislamiento.

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